Las películas de Disney siempre nos mostraron princesas muy flaquitas, delicadas y bonitas que hacían el aseo muy felices en sus casas o castillos esperando que llevara el noble príncipe azul en su corsel blanco para llevarlas a un lugar mágico donde vivirían felices por siempre. Pero, ¿quién dijo que ser mujer tiene que ser, necesariamente, ser delicada? Socialmente, desde pequeñas nos enseñan cómo ser una “buena mujer”: si usamos vestido debemos sentarnos con las piernas cruzadas, para salir nos debemos peinar bien, usar maquillaje (“arreglarnos”), los impulsos se deben reprimir, sin amor no puede haber cama, las groserías no son palabras dignas de salir de nuestra boca, y por supuesto jamás se constesta de forma altanera. Incluso, clasifican los juegos “para niñas” y “para niños”. Juegos para niñas: las tacitas, la mamá, la cocina, y derivados. Juegos para niños: la pelota, los autos, subir árboles, cazar lagartijas y pelear. Si una niña juega juegos de niños recibe apodos como “juana de tres cocos” o “marimacho” porque pese a ser niña, se comporta como niño, y eso es terrible, obvio, porque no cumple el rol social de mujer sumisa que se enseña socialmente.
Si pensamos históricamente esto, encontramos la respuesta del por qué a las mujeres se nos intenta inculcar este rol servicial de mamá y dueña de casa: la mujer siempre estuvo ligada a tareas hogareñas y familiares, como cocinar, coser, limpiar y criar, mientras que al hombre se le permitía hacer todo lo demás. Siempre tuvimos menos derechos, ni voz ni voto. Incluso en las religiones monoteístas se deja de lado el rol de la mujer, y se minimiza a un papel servicial, sumiso, que no se levanta si no se lo permiten. Se supone que ello está obsoleto, y que este rol se dejó de lado hacen ya varios siglos, pues el papel de la mujer en la actualidad está en un mismo nivel que el del hombre, y se pregona que ambos realizan las mismas tareas. Sin embargo, estamos lejos de ello, pues la mujer realiza muchas más tareas porque el hombre, con su mentalidad socialmente adaptada para ser atendido, rechaza muchas veces realizar tareas del hogar, no ocurre en todos los casos pero en la sociedad chilena existen varios especímenes así.
Yo personalmente de chica fui una Juanita 3 Cocos, me subía a los árboles, jugaba a la pelota, peleaba a combos con mi hermano y cazaba lagartijas, y nunca dejé de ser mujer por hacer todo eso. Sé cocinar, me carga hacerlo, pero lo hago igual, sé lavar, sé planchar, y realizar cualquier quehacer doméstico, pese a que nunca fui, ni seré, el prototipo de mujer que la sociedad espera que sea: no soy delicada, me tiro flatos, me encanta hablar con garabatos cuando bromeo con mis amigxs, no digo las cosas con eufemismos para que suenen mejor, peleo si tengo que pelear, y defiendo a los míos a combos si es necesario. Me carga cuando me tratan de “poco femenina” por ser así, mi feminidad la demuestro en otras cosas, me gusta vestirme bien sólo porque me hace sentir bien a mí misma, me maquillo cuando salgo porque me gusta hacerlo, no porque me tenga que “arreglar”. Valoro mi cuerpo y lo cuido por lo mismo, tomo decisiones responsables con respecto a él, en tanto a lo superficial como a lo más íntimo; eso no quiere decir que ande tapada como monja ni exhibiendo lo que tengo, sé lo que soy y lo que tengo, y nada de lo que puedan pensar o decir los demás cambiará mi forma de relacionarme conmigo y mi cuerpo. Me carga cuando ven a una mujer sin maquillaje y despeinada y dicen “que fea se ve, debería arreglarse” como si la manera en que la ella ES la deslegitimara como mujer sólo porque no se estuca la cara o no se alisa el pelo. Los patrones de belleza y feminidad que nos imponen socialmente nos hacen olvidar que somos mujeres por ser como somos y quienes somos, seamos como seamos; si nos sentimos cómodas con maquillaje bien, y si preferimos no hacerlo, bien también, pero es una opción personal que no se condice con el grado de feminidad que tengamos. Son clasificaciones machistas que al final buscan la belleza más simple. Hay que romper con eso, somos mujeres de todas las maneras que queramos serlo, con vestido o pantalón, peinadas o chasconas, con maquillaje o al natural.
¡Ni sumisas ni devotas, las mujeres siempre libres, lindas y locas!
3 comentarios:
Hola yo soy feliz arreglándome pero no lo hago por los "demás" o para atraer hombres sino porque me gusta :B. Eso loviu :)
Eso, la construcción de la mujer viene desde si misma, no desde la imposición social. Nosotras nos definimos por lo que somos, no por lo que nos dicen que debemos ser.
Aaaah me gustó tu blog Katita, llegué de puro sapa y puro que te leo jajajaja
Un abrazo grande pa ti.
Marce :)
yo no se lo que es ser mujer, aun no encuetro mi propia definición, o la definición que mi "género" encuentre apropiada... creo que las labores d ela mujer van mas allá que los de la casa, y mucho mas allá de lo que llamamos cosas de hombres, al final todo es construcción. Cuando dices "pues el papel de la mujer en la actualidad está en un mismo nivel que el del hombre" me choca, creo que ya pasó la etapa feminista de recurperar espacios monopolizados por los hombres, no estamos al mismo nivel, porque aun no somos capaces de saber quienes somos, no somos superiores, no somos inferiores, somos distintas, no somos objetos decorados, pero hay muchas que aún no se dan cuenta de esto.
Si peleamos por recuperar espacios por ser iguales que los hombres, estamos en un gran error, debemos dejar de buscar la apreciacion de los demás, tirarse chanchos en frete de todos siempre es ordinario para los codigos sociales, no me hace mujer o poco femenian hacerlo, no me hace femenina arreglarme, porque quizas no me pinte, pero aún sigo comprando ropa de "mujer" , desodorante de mujer, zapatillas de y asi, o quizas me pinto y digo que es para mi, pero porque me quiero ver linda si soy linda, desnuda soy linda, es porque aun estamos cargando conun machismo en nuestras espaldas, tratando de cambiar pero nos cuesta…
Es un largo camino que no está reciencomenzando ni terminando, solo lo vamos construyendo….
Te quiero kata =)
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