Mate de coca. Metro de Santiago, especialmente en verano. La calle Bandera. El pasto. Regalos de Navidad. Mi cumpleaños. El n° 24. Pizzas. El río Mapocho. El Peda. Los bolsos hippies. La Cumbre del Rock. Los Museos. La Plaza de Armas. La lluvia, el Sol. El viento. Las hojas secas de otoño. Los eclipses. Los cuchuflís y otros dulces. El punk, el rock, la música en general. Todo, absolutamente todo, tiene olor y color a tí. ¿Cómo, entonces, dejar de pensar? Así no me sirve, ni me sirvo.
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