martes, 28 de junio de 2011

Nobody Knows.


Siempre dije que sería más feliz sola. Tendría todo en mi vida: mi trabajo, mis amigos, mi independencia, pero, ¿alguien en tu vida todo el tiempo? No gracias, son más problemas de los que vale la pena pasar. Pero hay una razón por la que he dicho que estoy bien sola. No era porque pensase que sería feliz sola, ni porque no necesitara nada más. Era porque pensaba que si amaba a alguien, y se acababa… no podría superarlo. Es más fácil estar solo, porque ¿y si te das cuenta de que necesitas amor y luego no lo tienes? ¿y si te gusta, y te apoyas en él, pero derrepente desaparece? ¿y si moldeas tu vida alrededor de ello y luego se derrumba? ¿puedes sobrevivir a esa clase de dolor? Perder el amor es como perder un órgano dañado, se sufre, duele mucho. Es como la agonía antes de morir. La única diferencia es que ese dolor acaba, la muerte acaba. ¿Y esto? No... tal vez podría continuar para siempre.


viernes, 24 de junio de 2011

Yo prefiero el Caos a esta realidad tan charcha.

En una divertida pero circular conversación con una amiga me terminé de convencer de que el sistema en el que vivimos nos hace ser tremenda y terriblemente individualistas, al punto, de creer y querer pensar que las luchas sociales son infertiles sólo porque son sociales y no individuales. Me explico. El personaje que denominaré "x" para no herir susceptibilidades, me afirmaba constantemente que sentía ajenos los problemas sociales actuales que vivimos, más concretamente lo ligado a las demandas estudiantiles, ya que me decía "haber asumido los costos del querer estudiar" aunque eso conllevara pagar a veces el triple de lo que cuesta anualmente una carrera, y que siente que las personas que protestan contra la situación actual de la educación chilena "andan llorando" o "esperan que les resuelvan la vida" ya que no pueden costearse los estudios tal como mi personaje X lo hace, argumentando que "si yo puedo, ¿por qué ellos no?". Pero, ¿acaso los que protestan no son también, en su mayoría, estudiantes como ella, que se sacan la cresta pa' poder estudiar, y pagar lo que la beca o crédito no les cubre? Además, claramente, de tener una deuda enorme encima, la cual muy probablemente pagarán toda su vida, luego de haber estudiado sólo entre 5 y 7 años una carrera universitaria. Es por esta discusión (que de mi parte fue muy amena) que terminé de convencerme de que el sistema capitalista crea y necesita a su vez personas así, que no vean más allá de sus narices, porque lógicamente es lo que lo sustenta. Si todos nos dieramos cuenta de que nuestras penurias son las penurias de muchos, y que la mayor parte de la población mundial vive endeudado y/o en condiciones que no les permiten disfrutar realmente la vida -su vida- muy probablemente el sistema decaería, porque trataríamos en conjunto de buscar una solución que termine de raíz con ese problema (la manoseada "revolución"). Pero ¿qué pasa?, no somos capaces de mirar pal la'o, y darnos cuenta de que nuestros vecinos están igual o más cagaos que nosotros, porque el sistema nos hace ensimismarnos tanto, que actuamos casi por inercia, sin detenernos a observar lo que somos, hacemos, y vivimos de y en nuestra vida; y, si logramos verlo, en verdad no hacemos nada, porque no sabemos hacerlo, porque la solidaridad y la empatía fueron extermindas socialmente hace ya muchos años producto de las necesidades individuales que, paradógicamente, se repiten en cada familia común -enteniendo "familia común" como una familia cualquiera, sin grandes lujos ni una gran cuenta bancaria-. Esto lo comprueba el dicho "cada quien se rasca con sus propias uñas" pero, curiosamente, siempre hay un lugar en donde mi mano no puede rascar, y entonces ¿qué hago? busco que otro me rasque donde yo no alcanzo. Ahí se demuestra, muy banalmente, que en verdad sí necesitamos del otro para poder realizar algo. Quizás es terrible longi, pero los animales se asicalan entre ellos, se rascan, se lamen, se despiojan unos a otros y, si bien ellos no tienen la complejidad que tiene la sociedad humana, viven mucho mejor que nosotros (en estado salvaje, claro), porque son solidarios, se cuidan unos a otros, y velan por intereses que son comunes. Lamentablemente la complejización de la sociedad humana ha ido sacrificando esta tendencia tan natural de ser solidarios, de velar por intereses que realmente son de todos y no de unos pocos. El sistema actual nos hace desligarnos de los problemas de los demás, aún cuando éstos sean los mismos que los nuestros, porque finalmente si yo tengo algo, vivo, si el otro lo tiene y no me da, no me sirve. Se pierde el sentido de comunidad, de solidaridad, de ser empático con el dolor y las necesidades del otro; en el fondo se pierde la capacidad de mirar pal lao y aceptar que hay algo en el mundo además de mí mismo. Es penca darse cuenta que hay tanta gente que es así, que se desliga de lo que es su propia condición social; conceptualizándolo un poco, es penca darse cuenta de que hay tanto desclasado que sin saberlo permite que se le desclase y se le pase máquina brígido, creyendo que todo a lo que tiene acceso debe, obligatoriamente, tener un costo. ¿Por qué todo tiene que tener un costo? Y lo que es peor, ¿por qué todo tiene que tener un costo, pero más alto para unos que para otros?
Y ya no sé como seguir el tema sin ser circular, se me fue la idea :P! Pero claramente: ¡¡YO PREFIERO EL CAOS A ESTA REALIDAD TAN CHARCHA!!

martes, 14 de junio de 2011

Me odio y me amo.


En general siempre he sido una persona que es bien lineal para el estado de ánimo, pero este último año he sido más bien un ascensor, subo y bajo con mucha, a veces con demasiada, facilidad. Es como si todo el tiempo la mitad de mi cuerpo quisiera fiesta, y al mismo tiempo acostarse y echarse a morir. Y sé que es parte del proceso, que tomará tiempo retomar la estabilidad de antes, pero me desespero, porque yo no soy así. A ratos me siento podrida, y quiero correr de todo hasta que no pueda sentir ni ver nada más, ni siquiera a mí misma, porque hasta de mí me aburro, me aburro de verme y sentirme así; me dan ganas de pegarme un guate bien fuerte y decirme "para la weá poe!" pero si bien no me pego, me digo eso, y me funciona un rato hasta que denuevo vuelve a ser todo monocramo. Es una constante escala de grises. Un día más o menos nublado que otro, pero nublado al fin. Como los días en Valpo u.u. Y trato de controlarla, de hacer cosas para que esta bipolaridad se mantenga lo más afable posible, pero siempre encuentra el punto de salida, por muy pequeño que se, y logra volver a escabullirse, y dejar la cagá en todos lados antes de que pueda encontrarla denuevo, y retenerla. Incluso ahora, mientras escribo, tengo ganas de seguir y escribir infinitas cosas, de lo que sea, pero escribir; pero a la vez unas ganas de dejarlo hasta acá, no escribir más weás, y terminar. Es una contradicción grande, que se aplica a casi todas las cosas y decisiones en mi vida de estos meses. ¿Cuál ganará ahora? Creo que mejor lo dejo hasta acá, y me voy a dormir.