martes, 14 de junio de 2011

Me odio y me amo.


En general siempre he sido una persona que es bien lineal para el estado de ánimo, pero este último año he sido más bien un ascensor, subo y bajo con mucha, a veces con demasiada, facilidad. Es como si todo el tiempo la mitad de mi cuerpo quisiera fiesta, y al mismo tiempo acostarse y echarse a morir. Y sé que es parte del proceso, que tomará tiempo retomar la estabilidad de antes, pero me desespero, porque yo no soy así. A ratos me siento podrida, y quiero correr de todo hasta que no pueda sentir ni ver nada más, ni siquiera a mí misma, porque hasta de mí me aburro, me aburro de verme y sentirme así; me dan ganas de pegarme un guate bien fuerte y decirme "para la weá poe!" pero si bien no me pego, me digo eso, y me funciona un rato hasta que denuevo vuelve a ser todo monocramo. Es una constante escala de grises. Un día más o menos nublado que otro, pero nublado al fin. Como los días en Valpo u.u. Y trato de controlarla, de hacer cosas para que esta bipolaridad se mantenga lo más afable posible, pero siempre encuentra el punto de salida, por muy pequeño que se, y logra volver a escabullirse, y dejar la cagá en todos lados antes de que pueda encontrarla denuevo, y retenerla. Incluso ahora, mientras escribo, tengo ganas de seguir y escribir infinitas cosas, de lo que sea, pero escribir; pero a la vez unas ganas de dejarlo hasta acá, no escribir más weás, y terminar. Es una contradicción grande, que se aplica a casi todas las cosas y decisiones en mi vida de estos meses. ¿Cuál ganará ahora? Creo que mejor lo dejo hasta acá, y me voy a dormir.


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