jueves, 25 de agosto de 2011

La ciudad no basta.


No, la ciudad no es lo suficientemente grande como para perderme en ella. No, no es suficiente; ni las calles, ni los autos, ni el ruido, ni los edificios, ni los kioscos, ni el mar de gente que circula a diario la hace lo bastante grande para desaparecer. No puedo internarme en ella buscando escapar, porque no tiene ninguna salida. Está saturada, repleta, congestionada con tu presencia y tus recuerdos. Y hay miles de cosas y personas dentro de ella, pero tú, siempre tú, inoportunamente, apareces incluso cuando es más difícil hallarte. Apareces como fantasma, con tu andar pausado, despreocupado y casual, inundando la ciudad de ti, de tu olor y tu calor, y no puedo no toparme con alguna parte de ti en esta maldita ciudad, tan grande y pequeña a la vez. Y cuando creo que la ciudad empieza a abrirse, y expande sus límites, apareces como ahora lo haces; por eso estoy acá, intentando ahora desimpregnarme de ti otra noche más, ya casi como una rutina. Prendo un cigarro y me relajo, para luego seguir paso a paso el desprendimiento de ti, de tu olor, de tu presencia ausente, fantasmagóricamente estresante. ¡Qué capacidad la tuya de aparecer en los lugares y momentos menos indicados! aún cuando es más difícil encontrarte.
No. No, no, no y no, la ciudad no es lo suficientemente grande para no encontrarte en ella, y nunca lo será.

2 comentarios:

Ale dijo...

Triste u.u

Anónimo dijo...

Ciudades perras. Dicen que todo pierde su significado cuando la significancia regresa a lo individual.

No se estrese en la ciudad, reinventela. Al parecer se puede.

Cariños Katalaina Ñoñi :)